
Ha sido lindo volver en busca de las raíces. Ver tanta gente, tantos abrazos retenidos en el tiempo. Descubrir otra vez sabores conocidos por las papilas, los platos típicos de nuestra querida Colombia. Nos recibió ese tráfico que no para de circular en Bogotá. Trancones (pkakim) a la orden del día, recordar esa filas interminables de carros tratando de llegar a tiempo a una cita. Los amigos, la familia, todos esos sentimientos y afectos salen a flor de piel (or).
Poder ir a una cita médica y explicarle al médico (rofé) en español donde te duele y poder entender completamente las recomendaciones del galeno. Poder ir al banco y entender todo y que te entiendan, sin tener que decir aní lo meviná (Yo no entiendo).
Aprovechando la estadía y que nuestros pasaportes colombianos están a punto de vencerse, se nos ocurrió la gran idea de renovarlos de una vez; más sencillo, más barato (zol) y sin tener que desplazarnos a Tel Aviv. Había que pedir una cita por internet y a Reuven se la negaron. Parece que por haber cometido-según el departamento de pasaportes- el pecado de haber nacido en Israel. Nos recomendaron que de todos modos fuéramos con mi cita asignada y que a lo mejor lo atendían a él también. Oh sorpresa, ni siquiera lo dejaron entrar. Eso se llama xenofobia? Es un tipo de racismo?
📄 ¿Ser colombiana... no basta?
A mí me dejaron entrar y la encargada revisó mi cédula y al ver mis dos apellidos extranjeros, que he portado orgullosa toda mi vida, me dijo que el artículo número tal de 2021 tiene una regulación que exige a los “extranjeros” que viven en Colombia, una serie de documentos para renovar el pasaporte. Soy colombiana de pura cepa. Nací en este país y desde muy temprana edad tengo el pasaporte (darkón) que me acredita como ciudadana de esta tierra tricolor. Además desde los 21 años soy portadora de la cédula de ciudadanía, donde aparezco registrada como ciudadana colombiana. Qué cambió ahora le pregunté? Me acordé inmediatamente del gobierno del cambio que algo tiene que ver porque ya había oído de otra gente con el mismo problema. Si uno se apellida Petro, Bolívar o Benedetti (que suena un poco extranjero) parece que no tiene problema.
Me pidió mi certificado de nacimiento que tengo archivado en Israel y reposa también en la notaría de Medellín, la ciudad que me vio nacer. Me pidió también el certificado de nacionalización de mis padres, que como le expresé en español colombiano, por haber nacido en este país, están en la tumba. Tengo algún certificado, pero como vivo en Israel, seguramente lo tengo allá. Es absurdo que habiendo tenido pasaporte toda una vida, me nieguen el derecho a ser colombiana. Le dije que la próxima vez que vuelva a mi país, entraré con pasaporte israelí y según la ley, los colombianos debemos entrar con pasaporte colombiano, pero si me lo niegan, cómo hago?
🇨🇴 Un corazón entre dos tierras
Me recomendaron ir a la sede del centro (merkaz) y en 15 minutos me aprobaron la solicitud del nuevo pasaporte, sin haber tenido que renunciar an mis apellidos, extranjeros. Reuven no corrió con la misma suerte y por haber nacido en Israel, tiene que presentar demasiados papeles para comprobar que algún día decidió adoptar la nacionalidad colombiana. Cuando regrese a Israel, mi nueva patria que me recibió como ciudadana israelí, acompañaré a Reuven al consulado colombiano para tratar de hacer la vuelta, pues me imagino que maneja las leyes que emite el gobierno colombiano. De ser así, dejará de ser colombiano en los documentos porque mi corazón seguirá siempre amarrado al lugar donde nací, un 9 de marzo del siglo pasado.