
Se está por cumplir el plazo acordado, luego de su prórroga, en el cese de fuego firmado con el Líbano para la retirada del ejército israelí del sur de dicho país. El acuerdo, como sabemos, incluía que la retirada israelí debía estar complementada con la toma del poder del ejército libanés de la zona, el desmantelamiento de las bases de la Hizballa y la reclusión de sus armas.
Israel ya se retiró de varias zonas del sur del país pero continúa ocupando aún varios poblados.
Paralelamente a la implementación del acuerdo hay otro tema en disputa, la demarcación definitiva de la frontera terrestre entre Israel y Líbano. Hay 13 puntos en discordia que sirvieron durante años a la Hizballa como motivo de ataque a Israel para “liberarse de la ocupación Israeli”.
Hezbollah exige al gobierno libanés la responsabilidad de abordar la violación del acuerdo por parte de Israel.
Este hecho se produce precisamente en un momento en que el Líbano está dando sus primeros pasos hacia el establecimiento de una nueva administración cuyo objetivo es sacar al país de la profunda crisis económica en la que se encuentra desde hace ya varios años. La elección hace poco de un nuevo presidente, Joseph Aoun, tras más de dos años en los que no hubo presidente y la rápida aprobación de un nuevo primer ministro Nawaf Salam, fueron los primeros pasos importantes en el nuevo rumbo que el país quiere adoptar. Últimamente se formó un nuevo gobierno compuesto de 24 ministros, pero a diferencia de gobiernos anteriores, éste está formado por tecnócratas cuyas carteras no están divididas según la afiliación sectaria. Todo este proceso que solía durar muchos meses se llevó a cabo en pocas semanas.
En el nuevo gobierno formado por 24 ministros la Hizballah y su asociado Amal cuentan con solo 4 bancas. El gobierno para decretar leyes importantes debe obtener la mayoría de 2 tercios de los votos. En el pasado, los ministros de Hizballah lograban formar coalición con otros partidos para vetar las leyes que no les gustaban. Hoy día la situación aparenta ser diferente.
Este nuevo panorama libanés, luego de años de no lograr elegir presidente, y con un primer ministro interino, se logró gracias a los logros de Israel dentro del Líbano, comenzando con la operación de los biperim y walkie talkies, siguiendo con la eliminación de Nasralla y la neutralización de gran parte del material bélico de la Hizballah. Pero no podemos dejar de lado la influencia americana luego de la asunción del presidente Trump. Una de las medidas tomadas fue la elección de Morgan Ortagus, ayudante de Steve Witkoff, enviada especial de Estados Unidos para el Medio Oriente, en reemplazo del anterior enviado a las conversaciones entre Libano e Israel Amos Hochstein.
Las reformas que el gobierno libanés decida efectuar deben llevarse a cabo en prácticamente todos los campos públicos y representan una condición imprescindible para recibir ayuda de instituciones financieras internacionales así como de los países dispuestos a donar dinero.
El Líbano, a pesar de haber sufrido daños de varios miles de millones de dólares y de que mas de un millón de habitantes fueron desplazados de sus hogares, no es visto como una "zona de desastre" que requiera una intervención internacional como la franja de Gaza.
El golpe que recibió Hezbollah lo convirtió de una organización que dictaba políticas, planteaba una amenaza regional y arrastraba al Líbano a la guerra, a una organización que ahora lucha por su status político, lo cual reduce su peligrosidad.
Paralelamente la caída del gobierno de Assad en Siria redujo también la introducción de armas iraníes al Líbano a través de Siria.
El cambio producido en estos dos países, Líbano y Siria favorece en gran manera a Israel en lo que respecta a la influencia iraní en la región.
Hoy día estos dos países pasaron a ser un freno a la influencia iraní y también rusa en la zona.
Tanto occidente así como los países árabes sunitas como Arabia Saudita y los Emiratos Árabes pasaron a ser los nuevos interesados en apoyar e influenciar a estos dos países.
El Líbano y Siria son ahora un centro de atracción para la política exterior saudita, quien intenta ponerse en el lugar de Irán y espera aprovechar a estos dos países como centros estratégicos contra la influencia de Turquía y Katar.
El ministro de relaciones Exteriores de Arabia Saudita ya visitó Beirut y Damasco en plan de renovar las relaciones entre estos países y ofrecer ayuda, pero esta ayuda tiene condiciones. Entre ellas , en el Líbano, una de estas medidas, fuera de las reformas en la economía residía en reducir la influencia de la Hizballa en el nuevo gobierno libanés, cosa que se ha logrado.
Seguiremos pendientes de cómo estos cambios en Líbano y Siria afectan la dinámica regional, incluyendo su posible impacto en la situación en Gaza, donde sigue en marcha el acuerdo para el regreso de los secuestrados.