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Israel bajo fuego: crónica de una guerra vivida, no narrada

Adriana Dreyzin Klor
Escrito por Adriana Dreyzin Klor
05 de julio 2025
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Fui invitada por mis colegas de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, Argentina, a pronunciar unas palabras sobre la guerra entre Israel e Irán. Ante la solicitud de participar en la reunión celebrada para compartir sobre un tema tan álgido que genera enorme preocupación, pensé que la tecnología hoy, hace posible que todos conozcan en tiempo real lo que sucede en el mundo…No tenía mucho para aportar desde la información. Entonces, lo que podría compartir es mi experiencia personal, mi sentir como argentina que hace un par de años reside en este país.

Es por ello, que no busqué repetir lo que ya se sabe desde los medios de comunicación. Tampoco pretendía explicar lo que se ha difundido en cifras y titulares. Mi objetivo fue compartir la densidad emocional y moral de estos días: cómo se sobrevive cuando el cielo deja de ser un techo y se vuelve una amenaza; cómo se reconstruye la vida, minuto a minuto, entre sirenas, y silencios.

Lo sucedido constituye un hecho histórico de gran magnitud en el tablero geopolítico internacional: se trata de la confrontación directa entre Israel e Irán con participación de EEUU, cuyas consecuencias aún siguen desarrollándose en todos los planos de la vida.

Es cierto que durante doce días atravesamos un conflicto de características inéditas. A diferencia de lo que venía sucediendo, esta vez se trató de una confrontación abierta entre Estados, con implicancias estratégicas globales.

La pregunta sería ¿Cuál es la vivencia cotidiana bajo fuego?

Desde lo estrictamente humano, lo que más impacta es cómo una sociedad entera, puesta al borde del abismo, reacciona con una combinación de racionalidad táctica, fortaleza emocional y un profundo sentido colectivo de pertenencia.

La experiencia de vivir con bombas sobre nuestras cabezas es, por definición, traumática. Y sin embargo, en Israel se ha desarrollado una capacidad asombrosa para adaptarse a lo impensable. En los refugios antimisiles, se ven escenas que conmueven: personas en pijama, compartiendo dulces mientras suenan las sirenas; niños a los que se les organizan juegos o canciones, también hemos visto vecinos rescatando pertenencias ajenas entre los escombros, trabajadores saliendo a cumplir con sus funciones incluso tras noches de alarma permanente.

Esta actitud, por momentos difícil de comprender desde el exterior, se explica por una matriz cultural profundamente anclada en la resiliencia, la fe y la confianza en el valor de la vida. En Israel, la inversión en defensa no es simplemente militar: es una política de protección a la vida humana, y en ese sentido, refleja una ética de supervivencia colectiva.

He vivido esta guerra desde adentro, no como espectadora, sino como madre, abuela, vecina, parte de una sociedad amenazada y al mismo tiempo movilizada por el deseo de seguir viviendo.

A ustedes queridos colegas, quiero decirles: la paz en Medio Oriente no es un slogan, es una necesidad vital. Y defenderse no es una elección, es un derecho. Israel, rodeado de enemigos que proclaman su desaparición, no lucha por ideología, sino por supervivencia.

El mundo tiene el deber ético de comprender esto. Porque lo que hoy nos amenaza a nosotros, mañana puede volverse contra todos. No pocas experiencias en Argentina, Nueva York, Madrid, Paris, avalan esta afirmación. Desde la esperanza activa y la memoria viva, les agradezco profundamente este espacio. Y ruego que el derecho - en todas sus dimensiones: internacional, humanitario, penal y moral - siga siendo una herramienta para frenar la barbarie y preservar la dignidad humana. 

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