
Para perder un empleo se necesitan algunas causales válidas que acusen al trabajador de cosas indebidas
que ha realizado en su trabajo.
Generalmente mandan antes un memo dando previo aviso de lo que puede
suceder a futuro (atid).
No tengo mucho (arbé) conocimiento, ni mucha experiencia en esta temática,
pues casi siempre he trabajado independiente y cuando tuve jefes, eran mis padres y los regaños eran como
en la casa, así que no tuve mucho trato empresarial a ese nivel.
Ahora a mi edad dorada, he
conseguido trabajos cuidando niños y gente mayor (mebugarim), así que aunque tengo muchas
libertades, dependo de alguien para realizar mis tareas.
Tengo a mi cargo la responsabilidad y el cuidado
de 2 niñas (ieladot) a las que tengo que cuidar como si fueran flores lo que significa, no lastimarlas,
ni con el pétalo de una rosa.
Fui contratada expresamente para cuidar a las niñas. Oh
sorpresa cuando llegué mi primer día de trabajo y encontré 2 gatos (jatulim)
Uno es
muy arisco y como les conté alguna vez, me agredió. El otro es juicioso y cariñoso. A veces
se sale, pero logro entrarlo fácilmente y sin rasguños. Me ha conquistado, pues me busca para que
lo consienta. No tengo que hacerles nada (clum), sólo darles comida cuando se acaba, como signo de
prevención y el arisco se pone muy arisco. Es una señal de hambre y prefiero adelantarme y darles
yo la comida, pues si espero a que lleguen sus dueñas, me puedo ganar un rasguño. Lo otro que me
corresponde es no permitir que se salgan. Como ven no son tareas tan difíciles, pero el que es buena
persona, perdón, buen gato, es un poco travieso y al menor descuido se sale. A ese lo puedo cargar sin
ningún temor y devolverlo a su hábitat. El otro día (iom) se salió y bajó por
las escaleras (madregot) más pisos de la cuenta. Yo estaba ad portas de ir a recoger a la niña
grande (3 años) al tzaharon (actividades extracurriculares) y ya tenía a la chiquita en el coche.
En ese momento mi mente era incapaz de tomar decisiones: voy por el gato y dejo a la chiquita sola en el coche a
merced de nadie? Tenía el tiempo (zman) medido para llegar al gan (kinder) a recoger a la grande que no
la podía dejar esperando. Qué hago? Mi razonamiento me dijo que yo estaba contratada para cuidar a
las niñas, lo del gato era por añadidura, así ellas lo amaran. Lo peor era que no sabía
el nombre del gato y yo lo llamaba miau, gatico, pero no respondía al llamado. El más bravucón
sabía que se llama James, pero en ese momento no me servía de nada la información. Yo sólo
lo oía maullar. Tengo entendido que los gatos regresan al punto de partida. Así que me armé
de valor, les escribí un mensaje (odaá) a las mamás, exponiéndoles la situación
y me dispuse a salir con la niña pequeña rumbo al colegio.
Cuando iba a mitad de camino, las
amas de los gatos me sugirieron que dejara a la niña un momento sola y fuera por el gato. Esa era una
posibilidad, que decidí no ejecutarla por dos motivos: uno, me imaginaba como en los cuentos de Rafael
Pombo, yo persiguiendo al gato y como decía en sus versos, el gran escritor, y habrá francachela y
habrá comilona. Y decidí no meterme en las páginas de ese libro. El otro motivo es que soy
la esposa de un neumólogo pediatra que tiene a su haber un gran número de broncoscopias y ha
sacado una cantidad ilimitada de objetos perdidos, lo que llamarían en el país del norte, lost and
founds….. en los bronquios de esos pequeños que por accidente o curiosidad se tragan todo tipo de
minúsculos objetos. Y la mamá me sugería que podía haber dejado a la chiquita un
momento sola en el
piso y disponerme a buscar a Apolo. No me pareció buena idea, por lo enunciado
anteriormente y además mi prioridad es cuidar a las niñas, no a los gatos. Menos mal, el mensaje
con la idea de lo que debería hacer, me llegó cuando ya iba a mitad de camino y mi decisión
ya estaba tomada. Pensé que podía ser una causal para perder mi trabajo, pero mi conciencia estaba
tranquila de haber hecho, lo que hubiera hecho cualquier abuela responsable, a costa de perder al gato….
y el empleo.
Cuando regresé dispuesta a cumplir mi misión, (ya sabía que el gato se
llamaba Apolo) y lo primero que hice cuando llegué a la puerta con las dos niñas, fue llamar a
Apolo, quien apareció como por arte de magia y no me pasaron ningún memo anunciándome que
perdería mi trabajo. Otra hubiera sido la historia, si yo hubiera dejado a la niña sola, por ir a
rescatar al gato. A esa edad no se puede ni pestañear, así que me he ganado el título de
abuela responsable. Yo misma me condecoré y ahora que lo pienso,
nadie pierde un empleo por un gato